viernes, 7 de septiembre de 2012

Liber mille uultu

Mi nombre es Ámbar, tengo 12 años, soy huérfana y no tengo más remedio que robar para sustentar mi vida. Desde chica siempre estuve sola y no necesite a nadie para cuidarme, he pasado por muchos sitios hasta llegar a donde estoy ahora, alejada de todo, encerrada...Todo me pasa por ser una niña curiosa.

Una tarde calurosa, donde era imposible observar el sol porque seguramente te quedarías ciego, iba caminando por el viejo pueblo, tenía mucha hambre y calor así que me decidí por robar una jugosa y refrescante sandía. Divise a mi víctima, un viejo y despistado verdulero, sus años no le permitían observar y correr con la misma facilidad que en su juventud, así que seguro saldría victoriosa. Me acerque lentamente por la espalda, tome el botín y huí pavorosamente, nadie me vio (o eso pensé). Cuando ya estaba muy tranquila y dispuesta a devorar dicha fruta, se cruzo en mi camino una anciana muy misteriosa, tenía muchos adornos colgándole por doquier, objetos que nadie en sus cabales se atrevería a colocar en su cuerpo,  cuernos, patas de conejo, varias perforaciones y toda clase de diseños tribales tatuados en su cara y en lo que se podía ver de su arrugada y seca piel, de su cuello y sus muñecas colgaban cientos de pulseras y collares extraños, casi todos de plata y oro con incrustaciones de piedras que brillaban tanto como el mismo sol. Sus ropas, túnicas que mezclaban tonos de azul y violeta eran harapientas, le llegaban hasta el suelo al igual que su cabello, enmarañado, gris casi blancuzco. Me miro con sus ojos bizcos, pude notar que la anciana era ciega por sus pupilas, pero aun así, sentía que podía ver mi alma con solo con posar sus globos oculares, me daba escalofríos.
Cuando al fin abrió su boca carente de diente alguno, soltó una voz quejosa, parecía que en su garganta alojaba arena,  hablaba muy bajo, su vos era igual a su apariencia.
- A que sabe el hurto? - Me dijo, seguido de una risa macabra.
-A que se refiere?- Le pregunte algo nerviosa, había revisado el área completa y no la había visto, además es ciega, como sabe que robe la sandía?
- No te hagas la tonta niña, se que esa sandía que llevas ahí la has robado, veo que te gusta lo ajeno.-
-No es lo que parece, se equivoca- Le dije tartamudeando.
- Por lo que observo, eres pobre, te interesaría hacer algo por mi?-
-Usted está loca anciana, no confió en usted!! No haría nada por usted!!-
-Que lastima, pensaba pagarte una módica suma por ello.-
-Ummm, si lo pones de ese modo anciana, creo que me interesa, además, me da cierta curiosidad-
-Oh, qué fácil de convencer eres,  ja ja…. Veras, en las  montañas del norte se encuentra una especie de refugio abandonado donde se halla un libro misterioso, lo reconocerás cuando lo veas porque es muy llamativo, quiero que me lo traigas, si lo haces, serás bien recompensada, pero por por ningún motivo leas lo que hay en él, te lo advierto, a menos de que quieras que algo terrible te ocurra,  ja ja ja ja ja!!- Rió frenéticamente y de un segundo a otro  me observo fijamente sin decir una palabra.
-Emmm… está bien, acepto, vaya preparando el dinero, ya mismo iré a las montañas-
Vi como la anciana se iba alejando lentamente y a lo lejos grito mientras desaparecía entre las sombras:
-Ten mucho cuidado, porque a todos los que les he pedido que lo busquen, nunca han regresado . JAJAJAJA!!!-
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, definitivamente era la risa mas terrorífica que había escuchado nunca, pero aun así no escaparía, no tenía miedo y ansiaba esa recompensa.
Partí hacia las montañas, no lleve nada conmigo, solo abrigo y una linterna por si habían lugares obscuros. Planeaba tomar el libro y volver enseguida hacia el hogar de la loca anciana.
Busque por horas el refugio hasta que el sol cayó detrás de las montañas, las nubes danzaban en derredor de la luna dibujando muescas chinescas en ella, era como si quisiera decirme algo.
Ya comenzaba a desesperarme cuando para colmo un trueno rompió en mil pedazos el silencio que se percibía en el aire y el cielo se torno intensamente negro, las nubes se agrupaban en una sola, formando círculos en torno a la Luna, como si fuera el centro del universo. Luego todo se hizo uno bajo la lluvia que arremetía contra las rocas de la montaña, por suerte halle el refugio.
Era tenebrosa, al verla mi cuerpo se retorció, se podían apreciar sus detalles barrocos, echa solo de madera y piedra, los pilares en la cima refugiaban esculturas endemoniadas de lo que no se podía definir que eran, sentía sus ojos observándome. Las paredes de madera habían adquirido una capa de moho y unas refinadas enredaderas que subían danzando por entre las columnas,  llegaban al techo negro que terminaba en punta, estaba en un estado deplorable. Me acerque, dubitativa, no deseaba entrar en ella, me aterraba el solo hecho de imaginar que habría del otro lado de la puerta. Estaba a punto de irme cuando otro rayo surco el cielo, erizándome cada pelo de mi ser. Entre sin dudarlo y caí al suelo que crujió echando polvo por todo el sitio, como una reacción en cadena. La puerta quedo abierta pero no tardo en volver a cerrarse de prepo, el miedo en mi creció, la puerta se había cerrado sola, me incorpore y corrí hacia la puerta, pero esta era imposible de abrir, ya no podría salir.
Comencé a buscar por todos lados, una llave, algún objeto con filo u otra puerta para salir, por la ventana me era imposible ya que todas y cada una de ellas tenían rejas.
Floreros, estantes, sillas, cubiertos volaban a mi paso, estaba desesperada, en el primer piso no había absolutamente nada, me dispuse a subir al segundo, tuve que usar mi linterna ya que no se podía divisar nada, allí arriba era pura obscuridad. Cada uno de los escalones que crujía sonaba diferente al anterior, creando así, una melodía desesperante. Lo revise y nada, ni debajo de la cama, ni en los cajones, armarios o repisas, no había nada útil.
Cuando estaba a punto de darme por vencida y recorriendo el final del pasillo, revise la última puerta, estaba con llave. Le di unos empujones y la puerta se partió, estaba putrefacta, muy humedecida. Me sorprendí, era una biblioteca llena de estantes con libros arruinados por el mal clima, en este lugar el techo estaba lleno de goteras que caían de lleno en ellos, comencé a revisar libro por libro, pero todos y cada uno de los tomos estaban arruinados, arrugados, con paginas pegadas a otras y con la tinta casi ilegible, además de que todos tenían aspecto ordinario. De repente pude observar un libro que estaba intacto, brillaba aun cuando la luz no se volcaba en el, poseía puntas metálicas que parecían oro, tapa de cuero roja como la sangre y letras doradas en un idioma que no pude entender. Definitivamente este era el dichoso libro.
Lo saque de la estantería y cuando lo tuve en mis mojadas manos mis ojos brillaron por la satisfacción, me posesiono el deseo de conocer que estaba impreso en el, leer cada párrafo, detenerme en cada palabra, observar cada letra y apreciar cada punto, cada coma. Pero cuando estaba a punto de abrirlo recordé la asquerosa cara de esa anciana diciéndome que no espíe o me ocurriría algo horrible. Me contuve.
Ahora que ya había encontrado el libro tenía que encontrar la forma de salir.
Volví a recorrer la casa por horas pero no encontré nada, mis parpados pesaban y mis pies ya no podían levantarse del suelo, odiaba tener que dormir en esta casa pero si no dormía enloquecería. Me tumbe ahí mismo y dormí profundamente.
No sé si dormí un día completo o solo unos minutos, porque cuando abrí los ojos seguía de noche y aun llovía.
Seguí buscando. Comencé a llorar porque sentía que las paredes cada vez se iban acercando mas y mas a mí, asfixiándome. Sentía que del piso salían enredaderas y me retenían como grilletes. El corazón me latía cada vez más lento.
Observe el libro con deseo, todo estaba saliendo mal, dudaba que podría escapar de aquí, nada podía empeorar. Abrí el libro.
El libro contaba la historia de un joven llamado Victorius. Me sorprendí y me aterre al mismo tiempo, narraba en el su búsqueda por el mismo libro que sostenía entre mis ya débiles manos. Cada detalle, cada sentimiento y acción eran sumamente parecidas a las mías, era como leer mi propio cuento.
Al fin pude escapar de aquí, halle una ruta de escape en el libro, primero dude de su veracidad, pero al fin y al cabo no perdía nada en probar y lo intente. Decía lo siguiente:
“Tome una silla de la sala de estar y comencé a romper espejo por espejo, el solo ver mi imagen desgastada en el me provocaba rabia”
“No lo puedo creer, en el segundo piso, al final del pasillo, destruyendo el espejo hay un pasadizo secreto aunque muy angosto es una salida, no estoy seguro si me conduzca afuera, pero es una salida de esta casa endemoniada…“
                                                
Corrí desesperada hacia aquel condenado espejo, con los bordes de los libros comencé a dar fuertes golpes en el hasta volarlo en cientos de pedazos. Todo era cierto, me aterro, todo sucedía exactamente como lo decía el libro. Me arrepiento de haber venido…
Esto es peor que la casa, apenas puedo moverme, es un laberinto, hay secciones en donde es un poco más grande y otras donde es imposible caber hasta para mí.
Si no fuera por el libro nunca abría salido de ese pasadizo, decía exactamente por donde salir. Habían un pozo enorme con escaleras metálicas extremadamente oxidadas, mire hacia abajo y no podía ver el final de ellas. Tome el libro con mi boca y baje. Se escuchaban ruidos, como susurros, cuando uno terminaba, automáticamente comenzaba un nuevo sonido, no le daban tregua a mi cordura.
No puedo caminar bien, cuando iba bajando sin querer resbale y caí, no sé de cuanta altura pero me desmaye, me golpee muy fuerte la pierna derecha, es un milagro que no me haya quebrado nada, aun mas, es un milagro que siga viva.
En el nuevo lugar hay 4 entradas y una antorcha a cada lado, decidí a entrar por la tercera, di muchas vueltas, pude ver en las paredes marcas y manos de color bordo que me hacían acordar a pinturas rupestres y cuando por fin vi luz me di cuenta que había estado dando vueltas en círculos    . Volví al mismo lugar.
“Este lugar pareciera que no tiene salida, no sé cuantas horas o días he estado buscándola y no puedo”
Al fin pude salir de ese horrible lugar, quede espantada ya que las manchas y marcas que vi por las paredes era nada más ni nada menos que sangre… El libro decía esto:
“No tuve más remedio que recurrir a cortar mi propio cuerpo y abandonar parte de mi ser en este lugar, es solo un pequeño sacrificio a comparación de el precio de la libertad, si alguien alguna vez lee esto, solo sigue el rastro de sangre y saldrás de aquí”
Recorrí un pasillo que parecía eterno, nunca terminaba, habían luces flotando por doquier, no sé que eran pero hacían que todo se torne azul. Las telarañas rozaban mi cabeza, el silencio era absoluto.
Llegue al final del pasillo y había una escalera. Temía subirla, el libro estaba a punto de terminar, sentía que podía tocar con la yema de mis dedos la libertad.
Subí la escalera.
Cada paso esparcía un eco por todo el lugar, estrepitosamente sentí un ruido detrás de mí,
Baje las escaleras corriendo lo más rápido que mis piernas me lo permitieron, ya no había vuelta atrás, donde comenzaban las escaleras ahora había una pared que antes era inexistente.
Volví a subir y entré en lo que parecía un templo lleno de vitrales de muchos colores y formas que hacían que el lugar pareciera un caleidoscopio. Del  techo caían banderas rojas de seda de lado a lado resaltando el mármol que constituía las paredes y al fondo de todo, un altar donde encajaba perfectamente el libro abierto.
Lo coloque y me dispuse a leer las últimas páginas:
“Este lugar, aunque es hermoso, no me trae tranquilidad consigo, me he sentido perseguido todo el camino hasta aquí, temo a darme vuelta por el miedo de encontrar algo que no quiero encontrar.
Sé que no tendría que haber aceptado el trato. Sé que no tendría que haber venido y menos entrado en la casa, pero por sobre todas las cosas, sé que no tendría que haber leído este libro…”
“Introduje el libro en el altar, nada paso, sentí como un escalofrío recorría mi espalda, como si detrás mío un demonio se saboreara y oliera mi alma temerosa…tome valor de hasta donde no tenia y me di vuelta...Escuche su risa…Allí estaba, era esa maldita anciana, se reía de mí, me apuntaba con su retorcido dedo y se burlaba. Me miraba con sus ojos ciegos y sacudía sus miles de horribles adornos con cada carcajada que escupía de su boca…estaba perdido.”
“Solo espero, que alguien venga y de vuelta la ultima hoja del libro, por favor, da vuelta la ultima hoja…”
No había nada más escrito en aquella hoja, estaba totalmente en blanco, no quise, pero mi curiosidad se apodero totalmente de mí y sucumbí ante tal tentación.
Por mi tonta curiosidad me toca a mí estar encerrada en aquel libro, algún día, espero, que alguien lea esto, así no me sentiré tan sola.
Ahora, dime tu, el que lee esto…Serias tan amable de dar vuelta la ultima hoja?

1 comentario:

Unknown dijo...

Holaa (: (soy euge, y el facebook mierdoso no quiere abrir mas -.-) este cuento fue... interesante, pude sentir la misma ansiedad y escalofríos al leerlo, o quizás sea porque me acabo de bañar y estoy desabrigada nwn