Recordé lo que me había dicho mi amigo del sueño, como iba a
llevar agua del “mundo real” al mundo de
los sueños?
Me quede pensando un buen raro.
Al fin, deduje que podría ser que si dormía con un balde de
agua, apareciera en mi sueño con aquel objeto.
Fui a la cocina, donde como de costumbre se encontraba mi
madre, le pedí un balde lleno de agua fría, no pregunto, no me hablo, no hizo ningún
gesto, solo cuando se lleno, me lo entrego y siguió mirando TV.
También, podría ser que con solo dormir pensando en el
objeto, este aparecería, así que me propuse a cometer aquello.
Todo salió bien. El balde, al igual que yo, pudo llegar
perfecto y sin ningún problema al mundo de mi cabeza.
Luego todo empeoro, no recordaba donde había sido plantada
aquella semilla.
Anduve rondando un buen tiempo por una vasta zona, marcando cruces en la tierra ,pero nada.
Anduve rondando un buen tiempo por una vasta zona, marcando cruces en la tierra ,pero nada.
Cuando ya me daba por vencido y estaba por arrojarme agua
encima para despertar, sentí una sensación de felicidad plena, entonces di por
sentado que era allí, levante la baldosa que me había dicho ese alguien, guiándome
por sus consejos, rellene el agujero y empecé a investigar mi mundo, el mundo
que yo estaba imaginando, pero del que yo, no era dueño.
Camine unas cuantas leguas hacia el oeste, pero llego un momento
en que la inspección tuvo que acabar, había una especie de gelatina verde que obstruía
todo camino posible hacia el oeste, no se podía avistar nada hacia el otro
lado.
Nacía en el cielo y acababa en el suelo donde me encontraba de pie.
Nacía en el cielo y acababa en el suelo donde me encontraba de pie.
Era lo único que destacaba de todo este lugar.
Todo estaba idéntico.
Mire al “cielo”, se encontraba obscuro como en el principio,
pero tenia un gran signo de interrogación, seguramente se debía a mi intriga
por saber que se hallaba del otro lado
de esa pared inmensa.
Di la vuelta y camine por el este, pero nada.
Como era de esperar, norte: nada, sur: nada.
Me senté lejos de aquel mural verde, como si fuera un
soldado en vigilia.
No pasaba nada, solo llegaba a escuchar mis débiles respiros
afectados por el cansancio, por raro que parezca estaba durmiendo pero tenia
sueño.
De repente la masa uniforme desapareció y en su lugar, dejo
ver un gran mural de troncos afilados que me hacían recordar a Vlad Tepes que
no dejaba ver nada detrás.
Luego de eso ya no pude ver nada, apareció una niebla igual
a la primera, cuando empecé a tener todo esto en mi cabeza.
Esta niebla logro asustarme, me abrazo y no pude ver nada a
mi alrededor, sentí escalofríos de nuevo, de repente algo negro empezó a rondar
por entre la niebla, paró, y en ese instante, otra forma obscura comenzó a
rondar por el mismo camino que la otra, solo que esta era un poco más grande,
al cabo de unos segundos 2 sombras mas se le unieron a las anteriores,
repitiendo el patrón. Daban vueltas en derredor mío y esparcían por el aire y
sobre mi, unos horribles ruidos que casi me ensordecen, tenia miedo y esta vez
lo acepte, me sentía como un trozo de hielo que se colapsa de a poco, me sentía
niño de nuevo, y como todo niño, recurrí a mi madre.
No se porque pero grite el nombre de mi madre con todas mis
fuerzas una y otra vez hasta sentir que mi garganta sangraba.
Justo cuando las sombra tenebrosas se aproximaban hacia mi, desperté.
Pero, mi madre no estaba allí, nadie estaba allí, estaba
solo en la obscuridad de mi habitación, en posición fetal, la ventana abierta
de par en par dejaba entrar el viento frío y a la niebla espesa, llenando todo
con miedo, con muerte, mientras afuera, las ramas de los árboles secos y
desnudos susurraban en la noche.
No quería dormir, pero tampoco quería estar despierto